Calla mi voz en tu boca, donde mueren los labios y los
sueños de cualquiera, desaparecen por
hacerse realidad, por darle un sentido a la vida, por desviar al destino por un
cause más limpio.
No pidas excusas que
no tengo, ni me pidas ser santo cuando soy un pecador, déjame decirte antes de
que acabes que todo tiene sentido después de pronunciar tu nombre y escuchar adiós.
Claro que me voy despidiendo yo también, es que quedé exento
de argumentos, de verdades, de lujurias, y de todo aquello que me provocaste en vida.