Como me intoxico con mi mente delirante que imagina un
cambio entrante de nuestras almas unidas, que sin pensar dos veces centra mi
mundo en tus ojos, y para que hablar de miradas si la tuya me roba el sueño, la
fluidez y la coherencia.
Déjame aclarar que no entiendo el concepto
de imposible y mucho menos en tu presencia, incluso cuando matas todo tipo de
esperanza con ese golpe de gracia que desatan tus palabras yo me siento dispuesto
a seguir, por inercia, por coraje, por temeroso, o por idiota, pero sigo en
pie, al pie del cañón, esperando lo inexistente.